Poemas de Raúl Mellado (Chile)







Furia

De que no salga el sol a tiempo para todos
furia
después del último hilo
de pulmón
y los caminos
aburridos de no llegar
como las sombras de una idea
pura
en un cristal vaciado
el primer día.

De vientos que se gastaron
en mis ojos
furia de primaveras no sentidas
un año cuando el mundo
me quería entregar toda su voz
acumulada en cuerdas como músculos
tensos
para abrazar y derribar
amor y continentes.

Huerto vencido

Se le caen palabras a la noche.
Llueven desde los astros,
iluminan,
acarician oídos transparentes.
Buscan el sitio exacto.
Les ofrezco mi canasto sin fondo
mi ansiedad sin orilla,
que se tiendan tranquilas
sobre el huerto vencido.

Inicio

Destrozabas mi sombra con tus pies
sobre el duro pavimento.
¿Era tu sombra o era
la verdad?
¿Era tu sombra o eran
mis pies desnudos sobre
la escarcha del sur?

Destrozabas mi sombra
a las tres de la mañana
en Santiago de Chile.
¿Y qué es lo que era verdad?
Sólo tu sombra
destrozando mi sombra
en la escarcha de mis pies descalzos
a las tres de la mañana
en Santiago de Chile.


Poemas de Julio Cortázar (Argentina)











CANADA DRY


Sé que me acordaré de un cielo raso
donde las manchas de humedad eran un gato, un número, una mano
cortada.

Sé que me acordaré del ruido
de un water en alguna habitación lejana del hotel,
su triste catarata de bolsillo, su inevitable recurrencia.

Chaçun ses madeleines, chaçun ses Albertines

Serás por siempre imán de imágenes,
las más turbias y vanas me traerás con el gesto
que en la caliente oscuridad del cuarto
era encender los cigarrillos del hartazgo,
ver asomar nuestros desnudos cuerpos flanco a flanco,
Las más pequeñas turbias cosas,
una uña lastimada que te dolía tanto, el triste
rito de ir a lavarte y regresar, las servidumbres.

Tan sólo compartimos los bares y las calles
antes de amarnos contra tres espejos:
¿qué más podría darme tu recuerdo?

Pero yo sé guardar y usar lo triste y lo barato
en el mismo bolsillo donde llevo esta vida
que ilustrará las biografías. Ve, pequeño fantasma,
el baño está ahí al lado,
yo fumaré esperándote
empezaremos otra vez. El cielo raso
dibuja un gato, un número, una mano cortada.


CEREMONIA RECURRENTE


El animal totémico con sus uñas de luz,
los objetos que junta la oscuridad debajo de la cama,
el ritmo misterioso de tu respiración, la sombra
que tu sudor dibuja en el olfato, el día ya inminentemente.
Entonces me enderezo, todavía batido por las aguas del sueño,
Vuelvo de un continente a medias ciego
donde también estabas tú pero eras otra,
y cuando te consulto con la boca y los dedos, recorro el horizonte de
tus flancos
(dulcemente te enojas, quieres seguir durmiendo, me dices bruto
y tonto,
te debates riendo, no te dejas tomar pero ya es tarde, un fuego
de piel y de azabache, las figuras del sueño)
el animal totémico a los pies de la hoguera
con sus uñas de luz y sus alas de almizcle.

Y después despertamos y es domingo y febrero.


DESPUÉS DE LAS FIESTAS

Y cuando todo el mundo se ibay nos quedábamos los dos
entre vasos vacíos y ceniceros sucios,
qué hermoso era saber que estabas
ahí como un remanso,
sola conmigo al borde de la noche,
y que durabas, eras más que el tiempo,
eras la que no se iba
porque una misma almohada
y una misma tibieza
iba a llamarnos otra vez
a despertar al nuevo día,juntos, riendo, despeinados

Poemas de Antonio Cisneros (Perú)








Un Perro Negro
Un perro. Un prado.
Un perro negro sobre
un gran prado verde.
¿Es posible que en un
país como este aún
exista un perronegro sobre un
gran prado verde?
Un perro negro ni grande
ni pequeño ni peludo
ni pelado ni manso ni feroz.
Un perro negro común
y corriente sobre un
prado ordinario.
Un perro.Un prado.
En este país un perro
negro sobre un prado
verde es cosa de
maravilla y de rencor.
Café en Martirok Utjaa Frigyes Todero
Hay una lámpara floreada sobre el piano
y una estufa de fierro.
Bebes el vino junto a la única ventana:
un autobús azul y plata cada cinco minutos.
Pides el cenicero a la muchacha
(alta flor de los campos ven a mí).
La luz del otoño es en tu vaso
un reino de pájaros dorados.
Pero pronto anochece.
Los autobuses no son azul y plata,
el cenicero es una rata muerta,
el vaso está vacío.
La muchacha partió cuando encendieron
la lámpara floreada y tú mirabasl
a lámpara floreada.
Puedes pedir otra jarra de vino,
pero esta noche
no esperes a los dioses en tu mesa.

Naturaleza Muerta en Innsbrucker Strasse
Ellos son (por excelencia) treintones y con fe en el futuro.
Mucha fe.
Al menos se deduce por sus compras (a crédito y costosas).
Casaca de gamuza (natural), Mercedes deportivo color de oro.
Para colmo (de mis males) se les ha dado además por ser eternos.
Corren todas las mañanas (bajo los tilos) por la pista del parque
y toman cosas sanas. Es decir, legumbres crudas y sin sal,
arroz con cascarilla, agua minerales.
Cuando han consumido todo el oxigeno del barrio (el suyo y el mío)
pasan por mi puerta (bellos y bronceados). Me miran (si me ven) como a un muerto con el último cigarro entre los labios.

Poemas de Andrés Morales (Chile)










Por ínsulas extrañas

Por ínsulas extrañas
una paloma descansa
sus huesos derramados.

Del hierro muerto nace
la piel desencajada;
del hierro, dientes huecos
acechan en la puerta.

Por siglos negra y seca
la sangre nos espera,
la reja demolida,
la casa negra y seca.

Del agua resbalando
la muerte nos señala,
nos hiere, nos enciende.

Por mármoles, ciudades,
el ojo no se cierra:
miramos los espejos.

Del sueño caminamos
al sueño bostezando
y en trenes y estaciones
perdemos la nostalgia.

Por huesos la paloma
levanta las tormentas,
por brazos las extiende:

Del círculo de fuego
llegamos al desierto,
vendimos las antorchas,
clavamos las campanas.

Por últimos caminos
se doblan los planetas:

Por ínsulas extrañas
descansan las palomas
mordiendo sus heridas.

Las águilas del odio.


Entre hermanos

-Tú no te acuerdas del sol
que vimos en Utah:
cómo corrían mormones
bajo la lluvia creciente.

-Tú no te acuerdas,
tú no te acuerdas.

(Otra vez la lluvia asemeja
las noches del teatro vacío
y James O'Neill se muere
como un caballo de piedra).

-Tú no te acuerdas del sol:
Yo solo veía amanecer
y tú cerrabas postigos
para soñar con los aplausos.


Adriático en Dubrovnik

Este mar este mar Este Mar

Único perfecto conjugado
navegándose perpetuo en su descanso
ceremonia rito de lenguaje

He aquí el rostro de las horas
el brazo que recorre y no respira

(Yo he visto como el sol en su cadencia
adivina el arrebato la partida)

Argonautas que regresan con manzanas
lirios islas en las manos
y el peso de mis ojos en su viaje

Aquí el mar completo en su desnudo
frágil terrible cuerpo entero

Aquí converge el sueño por su sangre
y rompe el sol su centro presentido


(A Jaime Siles)

Poemas de Jaime Sáenz (Bolivia)










EN LO ALTO DE LA CIUDAD OSCURA

Una noche en una calle bajo la lluvia en lo alto
de la ciudad oscura
con el ruido a lo lejos
es seguro que suspirará
yo suspiraré
tomados de las manos por un gran tiempo
en el interior de la arboleda
sus ojos claros al pasar un cometa
su cara llegada del mar
sus ojos en el cielo mi voz dentro de su voz
su boca en forma de manzana
su cabello en forma de sueño
una mirada nunca vista en cada pupila
sus pestañas en forma de luz un torrente de fuego
todo será mío dando volteretas de alegría
me cortaré una mano por cada suspiro suyo
me sacaré un ojo por cada sonrisa suya
me moriré una vez dos veces tres veces cuatro veces mil veces
hasta morir en sus labios
con un serrucho me cortaré las costillas para entregarle ,mi corazón
con una aguja sacaré a relucir mi mejor alma para darle una sorpresa
los viernes por la tarde
con el aire de la noche cantando una canción
me propongo vivir trescientos años
en su hermosa compañía.

TU CALAVERA
A Silvia Natalia Rivera

Estas lluvias,
yo no sé por qué me harán amar un sueño que
tuve, hace muchos años,
con un sueño que tuviste tú
-se me aparecía tu calavera. Y tenía un alto encanto;
no me miraba a mí -te miraba a ti.
Y se acercaba a mi calavera, y yo te miraba a ti.
Y cuando tú me mirabas a mí, se te aparecía mi calavera;
no te miraba a ti.
Me miraba a mí.
En la alta noche, alguien miraba;
y yo soñaba tu sueño - bajo una lluvia silenciosa,
tú te ocultabas en tu calavera, y yo me ocultaba en ti-.

EN LA VENTANA
A Nelly Villanueva


Sabe Dios lo que yo buscaba, quería encontrar
no sé qué,
una tarde,
sentía el antiguo momento del encanto, las cosas
olvidadas en el tiempo
-los objetos sin forma dentro de mí,
un rastro de ceniza y un pedazo del acre,
esos nombres inmortales en la memoria.
El ancla, en los botones dorados, y los papeles,
el polvo en el vació - el olor, en unas ropas de niño,
unos restos, unas migas de hace años -y desde muy lejos,
al soplo del aire en la ventana, pensé en ti: en las nubes, un presagio de lluvia era el echarte de menos,
con tus ojos inexplicables, y la tarde moría.
Era un color, la ansiedad de los presentimientos:
era una sombra: el adiós,
la noche profunda en la ventana.

Poemas de Jorge Boccanera (Argentina)











UN HOMBRE
a Humberto Costantini

un hombre se me viene cayendo por la sangre
con una copa rota entre los dientes
no soy yo
somos todos
la soledad
el tajo de odio en la memoria somos

un hombre se me viene derrumbando
por la oscura saliva del silencio
salpicando mis ojos con antiguas cucharas
lágrimas que él inventa cuando pisa
los charcos de mi sangre

un hombre se me viene cayendo por la herida
no hagan música o fuego
no soplen ni respiren
quiere decirnos algo

hay un sur de rodillas preguntando
dónde estábamos todos
cómo fue que dejamos crecer la indiferencia
para que de una puerta salga el enceguecido
tirando puñetazos al aire
echando espuma por la boca

un hombre se me viene cayendo por la sangre
con pasos de borracho
no hagan ruido no escupan
no demoren quiere decirnos algo.


SUCESO VIII

a veces soy la voz del otro lado del teléfono
a veces un aliento
una ciudad enorme donde te encuentro a veces
por supuesto una fecha
un saludo que cruza el cielo velozmente
dos ojos que te miran
un café que te espera después de la llovizna
una fotografía una mano en tu mano
desesperadamente una canción etcétera

y siempre o casi siempre
nomás ese silencio
donde solés colgar tus prendas íntimas


LA MUJER DEL PRÓJIMO I

Llegó al cuarto entre asustada y no
su piel había memorizado calles
para que yo esta noche las caminase todas.


Llegó invadida de cebolla y pena,
de fiebre del pequeño y vecinas absurdas.
Llegó cansada de saludos breves,
preguntarse por qué a tanto silencio.

Necesitaba
que esta noche sus hombros arriben a otro puerto,
sus manos algo lejos del filo de la escoba,
su pelo rojo en otra almohada.

Entonces comprendí
que la mujer del prójimo es ajena,
incluso para él.

II
No unté mis ojos con el paisaje de los tuyos,
ni desordené el día para que aparecieras,
ni he juntado tus ruidos con mi boca
para que no doliesen las preguntas,
ni siquiera
me llamo como dices, pero
puedes quedarte,
hay un poco de sopa, algo de vino,
afuera está lloviendo en otro idioma.







Poemas de Jaime Quezada (Chile)








LA HERENCIA

La madre engaña a su hijo con un cuento
Y el plato de sopa queda limpio
El hijo crece
Se hace hombre
Se casa
Y tiene un hijo

Y el hijo engaña a su madre con un cuento
Y el plato se ensucia con el llanto.



TEMPRANÍA

Yo era un niño sentado en una sillita de paja
en medio del jardín
Se reían de mi baba
Me tiraban piedras y manzanas
Devolvía yo las piedras
Y me comía las manzanas

Después fui un muchacho lleno de sueños
proféticos

Ahora me siento diariamente a la cabecera de la mesa
En una silla eléctrica
Pidiendo a gritos que me tiren
Piedras y manzanas.



YO JUAN LLAMADO DE LA CRUZ

En los campos de la prisión de Toledo
Yo Juan llamado de la Cruz
Me pasé los días dando de comer hierbas a los asnos
(Si los asnos rechazaban las hierbas
era señal de hierbas venenosas)
No me daban siquiera un plato de lentejas
Tan flaco estaba que caminaba por el aire
Tocaba a Dios con los pies y con las manos
Comía sólo las hierbas que los asnos comían
Y no era ningún asno
Aunque me encerraban como un asno en una celda
A latigazo limpio echando afuera mis demonios:
Nada y nada hasta dar un pellejo y otro por mi Amado


Rebelde desobediente contumaz me gritaban
mis guardianes únicos demonios
No pudieron aplicarme la ley de la fuga
(Que muchas ganas al parecer tenían)
Yo mismo me fugué por mis propios medios de la cárcel
Sin traje de soldado sin traje de travestista
Con mi pobre sayal de arpillera de Almodóvar del Campo
Y como caminaba por el aire no dejé huella alguna
A no ser mi amor de Dios flotando en ese aire.