
CANADA DRY
Sé que me acordaré de un cielo raso 
donde las manchas de humedad eran un gato, un número, una mano 
cortada. 
Sé que me acordaré del ruido 
de un water en alguna habitación lejana del hotel, 
su triste catarata de bolsillo, su inevitable recurrencia. 
Chaçun ses madeleines, chaçun ses Albertines 
Serás por siempre imán de imágenes, 
las más turbias y vanas me traerás con el gesto 
que en la caliente oscuridad del cuarto 
era encender los cigarrillos del hartazgo, 
ver asomar nuestros desnudos cuerpos flanco a flanco,
Las más pequeñas turbias cosas, 
una uña lastimada que te dolía tanto, el triste 
rito de ir a lavarte y regresar, las servidumbres. 
Tan sólo compartimos los bares y las calles 
antes de amarnos contra tres espejos:
¿qué más podría darme tu recuerdo? 
Pero yo sé guardar y usar lo triste y lo barato 
en el mismo bolsillo donde llevo esta vida 
que ilustrará las biografías. Ve, pequeño fantasma, 
el baño está ahí al lado, 
yo fumaré esperándote 
empezaremos otra vez. El cielo raso 
El animal totémico con sus uñas de luz,
los objetos que junta la oscuridad debajo de la cama,
el ritmo misterioso de tu respiración, la sombra 
que tu sudor dibuja en el olfato, el día ya inminentemente. 
Entonces me enderezo, todavía batido por las aguas del sueño, 
Vuelvo de un continente a medias ciego 
donde también estabas tú pero eras otra, 
y cuando te consulto con la boca y los dedos, recorro el horizonte de 
tus flancos 
(dulcemente te enojas, quieres seguir durmiendo, me dices bruto 
y tonto,
te debates riendo, no te dejas tomar pero ya es tarde, un fuego 
de piel y de azabache, las figuras del sueño) 
el animal totémico a los pies de la hoguera 
con sus uñas de luz y sus alas de almizcle. 
Y después despertamos y es domingo y febrero.
DESPUÉS DE LAS FIESTAS
Y cuando todo el mundo se ibay nos quedábamos los dos
DESPUÉS DE LAS FIESTAS
Y cuando todo el mundo se ibay nos quedábamos los dos
entre vasos vacíos y ceniceros sucios,
qué hermoso era saber que estabas
ahí como un remanso,
sola conmigo al borde de la noche,
y que durabas, eras más que el tiempo,
eras la que no se iba
porque una misma almohada
y una misma tibieza
iba a llamarnos otra vez
a despertar al nuevo día,juntos, riendo, despeinados

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